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Siendo fieles testigos: sirviendo a Dios en un mundo que cambia

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8. Afirmación

Susannah Brindle Junta Anual de Australia

Mientras procuramos dar testimonio del Espíritu de Cristo dentro de nosotros/as en medio de este mundo de cambios tumultuosos, yo afirmo:

Que Dios – el Fundamento de Nuestro Ser – está encarnado en el Universo, en los cielos arriba y abajo en la tierra y en todas sus comunidades vivas, y en las aguas y las criaturas de las profundidades; en el levantarse y ponerse del sol fogoso, en los torbellinos y en el aire tranquilo y calmo, de igual manera que “aquello de Dios” se encuentra dentro de cada ser humano que respira el aliento del Espíritu de la Vida. ‘En su mano está el alma de todo ser viviente, y el hálito de todo el género humano’ (Job 12: 10).

Que cuando dañamos al menor de estos nuestros hermanos, hemos dañado al Todo. Que el Espíritu del Cristo Vivo se da a conocer íntimamente en todo eso y que nunca nos quedamos solos/as, porque ‘¿a dónde podría ir, lejos de tu espíritu? ¿a dónde huiría, lejos de tu presencia?’ (Salmo 139: 7).

Que nuestra responsabilidad Cristiana es amar a Dios igualmente en todas las manifestaciones de la Vida.

Que es a partir de este movimiento inicial del amor universal en nuestro corazón que comenzamos nuestro testimonio de paz, sencillez, honestidad e igualdad con relación a todos nuestros “familiares” en el mundo humano y en el mundo más-que-humano (‘más que humano’ significa ‘todo lo que no es humano’ además de ‘todo lo que la humanidad todavía podría llegar a ser’), y que este amor universal sí nos guiará y nos sostendrá.

Que este amor se aprende, no por teorías ni conceptos, sino más bien por la experiencia de la realidad del amado en la intimidad de una relación mutua.

Que para conocer y amar a la Creación tenemos que conocer su esencia en sus expresiones innumerables e individuales – ‘Pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; a las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán; o habla a la tierra, y ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también’ (Job 12: 7-8) – y llegar a reconocer su pulso como nuestro pulso y su espíritu como nuestro espíritu, el pulso y el espíritu de Dios.

Que, como podemos aprender de los pueblos indígenas del mundo, es por medio de nuestro parentesco con la Creación entera que podemos llegar con humildad a someternos a la guianza del Espíritu en la Vida integral.

Que es gracias a la guianza de aquellos para quienes todo proviene de Dios que podemos volver a entrar en una relación justa de hermandad con los que antiguamente despreciábamos porque nos creíamos superiores, y destruíamos por miedo de ser disminuidos.

Que es por la Luz de la Creación, que Dios llamó buena, que podemos cesar de tener miedo a los lugares tenebrosos, que hasta ahora vislumbrábamos solo ‘de manera indirecta, como en un espejo’.

Que actuando así podemos llegar a ser fieles testigos de la Verdad y servir a Dios en un mundo que cambia.

Pregunta:

- ¿Cómo podemos aprender a tratar al mundo entero como la creación de Dios?