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Siendo fieles testigos: sirviendo a Dios en un mundo que cambia

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2. Testimonio

Elizabeth Yano Junta Anual de Bware

Jesús prometió a sus discípulos que recibirían el poder de ser testigos después de haber recibido al Espíritu Santo. Ese poder incluía valor, audacia, confianza, perspicacia, capacidad y autoridad. Los discípulos necesitaban todos estos dones para cumplir su misión.

Hay trabajo importante que Dios quiere que hagamos para El. La mayor parte de lo que profetizó Jesús está sucediendo. Tenemos cambios políticos, sociales y económicos que han acarreado varios problemas: corrupción, lo costoso de decir la verdad, sequía, hambre, rebeliones políticas, guerras civiles y nacionales, divorcios, hogares abandonados, matanzas, un alto nivel de pobreza, contaminación causada por la industrialización, gritos sangrientos, gente que busca la paz.

Como seguidores de Cristo nos convertimos en testigos al cumplir el mandamiento de Cristo de predicar la paz. La paz viene de El y nosotros/as la transmitimos a otros. Nuestro testimonio Cuáquero es buscar la paz, y seguir el camino de rectitud y conocimiento de Dios, buscando lo bueno, que trae paz para todos.

El espíritu dentro de nosotros debería guiarnos hacia la actitud del Samaritano, de cuidar a los forasteros y a los necesitados. La verdadera religión mira hacia las necesidades humanas y la unidad de la humanidad.

Purificados por el poder del Espíritu Santo, nos hallamos obligados a dar nuestro tiempo, nuestro dinero y nuestro servicio. Muchas personas no han conocido nada más que la amargura de la muerte, la pobreza, la ignorancia y el sufrimiento masivo. Necesitamos vivir una vida que manifieste el espíritu de Dios que llevamos adentro. La fe y la confianza deben tener manos y pies. La religión pura y duradera a los ojos de Dios es preocuparse por los huérfanos y sus problemas, y no dejarse corromper por el mundo.

El Libro de Jonas (3: 1-10) nos describe la ciudad turbulenta de Nínive, cuando Jonas les declaró la palabra de Dios. El reconocimiento repentino de Dios por el pueblo de Nínive y sus líderes atrajo una respuesta misericordiosa de Dios. El salmista en su oración confesional se dio cuenta que la condición previa para ser purificado es tener el espíritu quebrantado y el corazón contrito (Salmo 51: 17).

Preguntas:

– ¿Cómo estamos involucrados/as tú y yo en dar testimonio con nuestro tiempo, dinero, material, servicio y palabras?

– Cada uno de nosotros/as tiene que dar cuenta ante Dios de cómo hemos utilizado nuestro testimonio, talentos y servicio.¿Fomentas tú la reconciliación o la división?