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Siendo fieles testigos: sirviendo a Dios en un mundo que cambia

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10. Testimonio

Anne Thomas Junta Anual del Canadá
De repente, mientras pasaba por el vestíbulo de la Casa de los Amigos en Toronto, se me hizo claro que yo no podía seguir pagando impuestos para financiar la guerra. Durante muchos años había habido dentro de la Junta Anual del Canadá un grupito fiel de Amigos que se negaban a pagar los “impuestos de guerra”, pero hasta aquel momento, aunque yo respetaba el testimonio de esos Amigos, ésta no había sido una preocupación mía. Pero ahora tuve una sensación de luz y claridad sobre esta guianza. Durante los años en que mantuve activamente ese testimonio nunca perdí esa claridad.

Al volver a casa hablé con mi esposo y mis hijos, que creyeron que esto era una locura. Después de todo, ¿cuánto dinero podría retener del pequeño salario que ganaba trabajando por horas con los Cuáqueros? ¿Valdría la pena? ¿Pondría eso en peligro nuestras finanzas familiares? ¿Cómo podríamos organizarlo? Hasta aquel momento los canadienses que se oponían a los “impuestos de guerra” normalmente eran personas que trabajaban por su propia cuenta porque ninguna organización estaba dispuesta a violar la ley reteniendo los impuestos en nombre de sus empleados. Hablé con mi Junta Mensual que nombró un Comité de Clarificación que se reunió conmigo. Los miembros del comité dejaron claro que no entendían este “gesto simbólico”. Nos reunimos varias veces, y el comité informó a la Junta Mensual que, mientras ellos no apoyaban la resistencia a los “impuestos de guerra”, reconocían que mi guianza era válida.

Informé a la Junta Anual de mi guianza y pregunté si ellos, siendo mis patrones, estarían dispuestos a retener el porcentaje de mis impuestos destinados a pagar por guerras actuales y pasadas, alrededor de 9% de los impuestos que yo debía pagar. La Junta Anual nombró un comité y buscó consejo legal sobre quién sería considerado responsable si el gobierno se decidiera a incautar el dinero retenido e imponer una multa a la organización. Después de tres años la Junta Anual aprobó una minuta apoyando al personal que se negaba a pagar los impuestos – la primera, y todavía la única empresa canadiense en hacerlo.

Cuando yo mandaba cada mes los impuestos pedidos, adjunté una carta explicando por qué faltaba una parte e informando al gobierno del nombre del banco y el número de la cuenta donde estaban depositados los $13. Cada mes mi carta incluía el texto de una diferente expresión del testimonio de paz. Puesto que los otros miembros del personal de la Junta Anual no se sentían llamados a seguir esta guianza, cerré la cuenta cuando dimití de mi puesto varios años después y envié el dinero al Comité de Servicio de los Amigos Canadienses, informando al gobierno sobre lo que había hecho.

¿Valía la pena? Creo que sí. Yo no podía hace otra cosa.

Preguntas:

- ¿Qué experiencias has tenido de sentirte guiado a una acción particular de testimonio con relación al mundo laico?

- ¿Cómo podemos nosotros, en nuestras iglesias y juntas, ayudarnos unos a otros a poner a prueba nuestras guianzas?